En la Semana Negra de Gijón tuve ocasión de conocer a Juan esteban Costaín (Popayán, Colombia, 1979). Su primera novela El naufragio del imperio fue finalista este año del Premio Espartaco a la mejor novela publicada en español en el 2007. El libro no ha sido editado aún en España, esperemos que esta importante nominación anime a sus editores.Image may be NSFW.
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Me gustó encontrármelo porque además de ser muy inteligente y culto es una persona bastante simpática. No quise desaprovechar la oportunidad para hacerle una entrevista, se lo propuse y acepto. Nos encontramos a las cuatro de la tarde del miércoles 16 de julio en un bar junto al Puerto Marítimo, muy cerca al hotel en el que nos alojábamos. Juan Esteban habla despacio pero con seguridad; es de sonrisa fácil pero de carcajada difícil. Se le ve muy cómodo aunque transmite cierta de timidez. No me cabe la menor duda de que él es uno de los autores más interesantes de la actual literatura colombiana.
Librorum (2003) es su primer título publicado y se presenta como obra de filología e historiografía sobre textos antigüos pertenecientes al Colegio Mayor de Bogotá. ¿cómo nace un libro así?
Trabajando como profesor en la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario descubrí gracias al escritor Enrique Serrano y al decano de la facultad, un fondo de 9000 volúmens en griego y latín. Para mí fue un placer dedicarme al redescubrimiento de esta biblioteca antigüa leyéndola y traduciéndola. En el 2003 surgió la idea de publicar un volumen con algunas de estas traducciones por el 350 aniversario de la universidad.
Su libro de relatos Los mártires publicado en el 2004 por Planeta le supuso una entrada plena en el ámbito literario colombiano. Como en la historia de los personajes del libro ¿está su vida indisolublemente ligada a un destino literario?
Sí, porque yo empecé como lector apasionado y encontré una trabajo maravilloso que consistía en leer los libros que me gustaban en las lenguas que me gustaban. Y mientras hacía ese trabajo me daba cuenta de que en algunos territorios lo académico no me alcanzaba para expresarme. Entonces empecé a hacer un archivo personal para la escribir relatos protagonizados por autores como Pushkin, Conrad, Dickens, Quevedo, Chateaubriand, Ariosto, Hölderlin y otros. Pensé que ficcionar era una buena forma de usar el tintero de mi trabajo académico. El destino propio termina siendo el matierial más valioso para un escritor. Pienso que mi destino está irrevocablemente ligado a las letras, aunque esto no esté determinado por mi oficio de escritor sino por mi pasión por el mundo de los libros.
En mi caso la literature no es el fin sino el medio para consolidar mi contacto con el universo del libro. La publicación de Los Mártires fue todo un reto. Las editoriales son reacias a publicar a los autores jóvenes, ya que los editores suelen preferir a los autores ya publicados. Afortunadamente mi libro llegó a manos de Gabriel Iriarte quien por entonces era editor de Planeta.
Existe una tendecia a clasificarlo todo, a dividir y subdividir. La literaura no es la excepción. Hablemos de géneros literarios.
En cuanto a los géneros, pienso que en este tema lo que importa no es la regla sino las excepciones. Finalmente el arte no es democrático, por eso la idividualidad es tan valiosa. Hay corrientes que buscan la disolución de los géneros, puede ser una posición válida. Pero es igual de válida la de las corrientes que abogan por la definición más diferenciada de los géneros. Respeto por igual ambas posturas.
Una da mis grandes pasiones es el prosista y poeta gallego Álvaro Cuinquiro. En su obra, como en Borges, no siento el efecto de la division de géneros. Leo una novela suya y encuentro poesía, leo un relato y bastaría con que fuera más largo para que se convirtiera en novela.
Los grandes autores son literaturas. En mi propia literatura quiero estar en la puerta giratoria entre el ensayo y la narrativa. No menciono la poesía porque pienso que su presencia no está determinada por la voluntad del autor.
Me impresiona saber que además de dominar varias lenguas modernas como el italiano, francés, inglés y alemán, también traduce del griego y del latín. ¿De dónde este interés por los idiomas?
Mi madre es italiana así que crecí en un mundo bilingüe, por eso sé lo que significa acercarse a otra cultura a través de su lengua. Desde niño me incliné hacia la historia y la literatura. El mundo clásico me apasionaba y sabía que perdía una buena parte de su escencia por no conocer sus lenguas. Entonces me dediqué a aprenderlas durante mi carrera universitaria de Historia en El Reino Unido.
Hay un gran placer en leer a Virgilio en Latín o a Dante en italiano. Nicolás Gómez Dávila, quien recibió una esmerada educación en lenguas clásicas durante su infancia en Paris, escribió: “Una traducción corta lo más importante de una obra que no es lo que dice el autor sino lo que dice la lengua”. Estoy de acuerdo.
Ahora estoy interesado en aprender anglosajón. Es algo que no digo muchas veces porque aún tengo un largo trabajo por delante. Experimento un gran placer al decifrar sus palabras.
Cuando se es un autor tan joven es natural plantearse un modelo, o la búsqueda de un modelo, de ruptura. ¿Es su caso?
No, al revés. Me pasa lo contrario. En este mundo la ruptura es tan importante y establecida que la posición opuesta es la que me parece revolucionaria. Le huyo al escándalo adolescente, al afan por romper lo establecido. Pretendo ser un discipulo juicioso de la tradición y entre más antigua esa tradición, mejor. La originalidad no existe, es una verdad que duele aceptar.
Ahora me gustaría que terminara una frase que empieza Estoy escribiendo un libro…
y espero leerlo.